Según Stormshield, la evolución hacia tecnologías digitales requiere de una preparación previa para mantener la seguridad, sobre todo cuando los ataques contra infraestructuras de TI corporativas se han incrementado notablemente.
El cambio generalizado al teletrabajo, a menudo en situaciones de urgencia y falta de preparación, por no hablar de la desorganización digital general, ha generado un entorno perfecto para los ciberdelincuentes. Stormshield, líder europeo en ciberseguridad para infraestructuras críticas, datos sensibles y entornos operativos, comparte sus mejores prácticas y conocimientos en materia de seguridad.
Lo acontecido en los últimos trimestres ha servido para evidenciar que la tecnología digital es vital para la sociedad y la economía de hoy. En este sentido, el uso de soluciones en la nube, conexiones VPN, servicios VDI, herramientas colaborativas o aplicaciones de videoconferencia, entre otras, ha permitido a muchas empresas continuar desarrollando su actividad. Sin embargo, esta evolución hacia tecnologías digitales necesita una preparación previa para mantener la seguridad, sobre todo cuando los ataques contra infraestructuras de TI corporativas se han incrementado notablemente.
Efectivamente, la COVID-19 ha influido en el panorama de la ciberseguridad, con ataques muchos de ellos relacionados por el aumento del trabajo remoto. En su Informe Ciberamenazas y Tendencias. Edición 2020, el CCN-CERT especifica que esta situación ha sido aprovechada por actores hostiles para potenciar desde operaciones de influencia o robo de información hasta campañas de ransomware, y todo hace prever que estos ataques, sobre todo los dirigidos contra Operadores de Servicios Esenciales (OES), sigan creciendo, con diferentes objetivos: ciberespionaje, extorsión, destrucción de información o incluso operaciones de influencia hacia la opinión pública.
“Esta crisis pone de manifiesto que la ciberseguridad es esencial para salvaguardar los activos y la continuidad del negocio en las empresas y organizaciones, más aún en sectores en los que se realizan actividades sensibles, como la distribución de agua potable, la producción de energía, la regulación automática del transporte o aquello relacionado con el sector de la salud. En esos entornos, las consecuencias de los ciberataques pueden ser catastróficas, además de suponer un daño para la integridad de los activos y de las personas», observa Borja Pérez, Country Manager de Stormshield Iberia.
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