No todas las plataformas, herramientas tecnológicas o sitio web provienen directamente de una empresa; sino que muchos son desarrollados por organizaciones sin ánimo de lucro, agencias gubernamentales o grupos de defensa que practican lo que se conoce como tecnología comunitaria, tecnología para la justicia social o tecnología de interés público. ¿Qué se puede aprender de estos profesionales de tecnología comprometidos con la comunidad?
Sasha Costanza-Chock, profesora asociada en Estudios Comparativos de Medios y Escritura en el MIT, es la autora principal de un nuevo informe titulado «#MoreThanCode: los practicantes reimaginan el panorama de la tecnología para la justicia y la equidad». El informe -el cual fue financiado por NetGain, la Fundación Ford, Mozilla, Code for America y OTI– procesa 109 entrevistas, 11 grupos focales y datos de miles de organizaciones en cinco recomendaciones de alto nivel para quienes desean utilizar la tecnología para el bien público.
Para poder profundizar más en el estudio, MIT News se reunió con Costanza-Chock para hablar sobre el informe y sus recomendaciones:
P: ¿Quiénes son los profesionales en este ecosistema tecnológico?
R: «#MoreThanCode» es un informe sobre personas que trabajan para usar la tecnología para el bien social y la justicia social, el espacio que los financiadores del informe llaman «tecnología de interés público». Existe una amplia gama de roles para las personas que usan la tecnología para avanzar interés público, y no solo en el ámbito de los desarrolladores de software.
Una de nuestras recomendaciones clave es que cuando los financiadores y las organizaciones -ya sean gobiernos municipales, organizaciones sin o con ánimo de lucro- están formando equipos, deben pensar ampliamente sobre quién está en ese equipo. Descubrimos que un buen equipo para desarrollar tecnología que promueva la justicia social o el interés público incluirá desarrolladores de software, diseñadores gráficos, investigadores y expertos en dominio. Aun así, el miembro más importante del equipo es alguien con experiencia en la condición particular que se supone que la tecnología debe abordar.
P: En ese sentido, ¿puedes decir algo sobre el estado actual de la diversidad social en este sector?
R: Uno de nuestros objetivos clave en el informe fue producir conocimiento básico sobre quién está trabajando en la tecnología de interés público. Y desafortunadamente no tenemos datos porque muchas organizaciones no publican información sobre quiénes son sus empleados y quiénes son sus voluntarios.
Entonces, una recomendación que aparece en el informe es que todos los que dicen que están haciendo tecnología de interés público deberían recopilar datos sobre, al menos, raza y género, y publicarlo. Recopilar y divulgar datos de diversidad y establecer objetivos públicos con plazos específicos para los objetivos de diversidad e inclusión son dos aspectos principales que sabemos que funcionan en las organizaciones. Las buenas intenciones no son suficientes.
Aunque no pudimos reunir ese tipo de datos de diversidad en todo el sector, entrevistamos a 109 personas y dirigimos grupos focales con 79 más, y les preguntamos sobre sus experiencias con el racismo, el sexismo, la transfobia y otras formas comunes de la marginación sistemática que experimentan las personas. Alrededor de la mitad de las personas con las que hablamos para el informe dijeron que tenían experiencias como esa.
La recomendación principal al final del informe se resume en un lema del movimiento por la justicia de personas con discapacidad, que es: «Nada sobre nosotros, sin nosotros». La idea es que cuando se va a desarrollar una tecnología para ayudar a una comunidad, es importante incluir miembros de esa comunidad desde el comienzo de su proceso y en el gobierno del proyecto cuando se implemente.
P: El informe también sugiere que las personas no siempre deben buscar las «balas de plata» o respuestas instantáneas solo de la tecnología. ¿Por qué y cuáles son algunas de las otras recomendaciones del informe?
R: No voy a decir que nunca se trata de encontrar una nueva solución tecnológica, pero una y otra vez, las personas que entrevistamos dijeron que los proyectos que tuvieron más éxito fueron despliegues de tecnología resistente y probada, en lugar de algunos súper nueva aplicación emocionante que de repente se supone que resuelve todo.
Una recomendación es que cuando las organizaciones establecen equipos de tecnología, quieren a alguien de la comunidad en el equipo de diseño, no solo en un momento de consulta. Es un punto bastante importante. Mucha gente nos dijo que era importante ir más allá de solo hacer consultas iniciales con una comunidad. Tener personas en el equipo de diseño de principio a fin es una buena práctica que recomendamos.
Algunas personas hablaron sobre la creación de clínicas tecnológicas, siguiendo el modelo de clínicas legales en educación. Eso sería algo en lo que un lugar como el MIT podría pensar. Las facultades de derecho a menudo requieren que los estudiantes pasen un cierto número de horas brindando servicios legales gratuitos a personas de diferentes dominios que de otra manera no pueden pagar estos servicios. Sería interesante considerar si podría haber un concepto de clínica de tecnología similar.
Nuestra recomendación final fue sobre el reconocimiento de modelos organizacionales más allá de las nuevas empresas tradicionales, las oficinas gubernamentales o las organizaciones sin fines de lucro; es considerar cooperativas tecnológicas o redes ad hoc que surgen en un momento de crisis.
Fuente: www.computerworld.es