Tecnología, “el arte, la técnica o la manera de hacer cosas, construir objetos y artefactos que satisfagan las necesidades de personas y comunidades, mediante la aplicación de conocimientos técnicos ordenados científicamente”. En su propio origen etimológico la palabra tecnología tiene un sentido práctico que la llegada de una pandemia como la actual está poniendo de relieve, así como su verdadera utilidad en el mundo en el que vivimos.
El ser humano está aún en el amanecer de ser capaz de combinar de manera natural el mundo físico con el mundo digital, llevamos… ¿cuánto? ¿apenas unas pocas décadas intentando traducir lo que ocurre en el mundo físico a un mundo digital de manera útil para que podamos acelerar nuestra propia evolución procesando de manera científica datos digitales? Y resulta increíble ver cómo la propia digitalización ha favorecido la comunicación y la colaboración entre seres humanos, ¿cómo comunicar ideas de manera rápida sino es con medios digitales? Creo recordar que en el pasado algunos grandes genios e inventores llegaron a cartearse entre ellos incluso debatiendo teorías científicas; es difícil de imaginar, pero el ser humano siempre ha hecho todo lo posible con los medios a su alcance en cada época.
Aquí es donde la tecnología empieza a jugar un papel importante, en este intento de la humanidad por resolver un gran problema físico con los medios digitales de los que disponemos en la actualidad. Y tenemos mucha tecnología, no hay duda, pero no nos damos cuenta de que los problemas reales no se resuelven sólo con la tecnología, que la tecnología es sólo una variable más de un problema mucho más complejo. Y por eso da igual, por ejemplo, que Bluetooth sea la tecnología más idónea para detectar de manera digital el contacto entre personas; sin una buena aproximación global a la resolución del problema no servirá de nada toda esa tecnología que hayamos inventado. Según un estudio de la Universidad de Oxford, las aplicaciones de contact tracing sólo serán realmente efectivas si las usa un 60% de la población. Y lo que estamos viendo a nivel mundial son grados de penetración del uso de estas apps muy variables: en un país como Qatar más del 90% de los ciudadanos la tienen instalada por exigencia del gobierno, y de este caso pasamos a países occidentalizados en los que aparece Singapur con un 41%, y los datos van bajado hasta países como Francia con apenas un 4%. Y como dato curioso, la aplicación de contact tracing en India tiene el récord de usuarios en 13 días desde su publicación, con 50 millos de usuarios, batiendo el récord que ostentaba de Pokemon Go hasta la fecha. Un primer análisis de estos datos parece mostrar una correlación clara entre la tipología de los gobiernos junto con el nivel de preocupación de sus ciudadanos por los aspectos relacionados con la privacidad y el grado de penetración o aceptación de este tipo de apps.
La complejidad y diversidad del mundo actual es increíble pero también un arma de doble filo, porque puede traducirse en riqueza y creatividad, pero también en origen de conflictos y enfrentamientos. La propia naturaleza del ser humano aún alberga una serie de instintos en nuestro cerebro que no terminamos de comprender. Pero mientras tanto tenemos que ser capaces de evolucionar y para salvar todas esas diferencias e incluso permitir que convivan, tenemos que ser capaces de aplicar soluciones que respondan de manera satisfactoria a las necesidades de todos, y para ello en muchas ocasiones el factor clave puede ser el dominio de la tecnología. De ahí la importancia de que cada gobierno tenga el suficiente dominio de la tecnología como para poder tener despejada al menos esta variable a la hora de afrontar los problemas a los que se enfrenta cada sociedad a diario.
Si en la Torre de Babel la humanidad se dispersó por su diferencia de lenguas, parece que hoy en día seguimos haciéndolo y además añadiendo las ideologías como otro factor de enorme dispersión. De nuevo aparece la tecnología para empezar a resolver la problemática de los idiomas (incluso con algoritmos de traducción en tiempo real), pero en cuanto a la diversidad de ideologías parece que esta es una problemática muy antigua y contra la que la tecnología quizás no tenga nada que hacer de manera directa, salvo que consideremos que de manera indirecta aquellos países que tengan mayor conocimiento tecnológico puedan usar la tecnología como arma principal en muchas de la guerras comerciales que ya están teniendo lugar en el mundo. Volviendo a la problemática del contact-tracing, lo sucedido durante la pandemia es muy significativo; el hecho de que gobiernos de países como Francia hayan tenido que “plegarse” a las decisiones de multinacionales como Apple y Google (haciendo la implementación impuesta por estas “tecnológicas” del sistema de contact tracing para la población de todo un país) plantea un debate político y ético muy complejo, porque en el fondo el mensaje que parece que están trasladando al mundo es que al menos una parte del control de la sanidad y por ende de la salud de la ciudadanía de un país no está en manos del gobierno de ese país sino de las denominadas “Big Tech”. Pero no olvidemos que ese poder se lo hemos dado los propios “ciudadanos del mundo” al usar smartphones de ciertas marcas o fabricantes y con ciertos sistemas operativos.
Y si ya estamos en manos de las Big Tech, ¿cuáles son los “valores” en los códigos éticos de estas Big Tech para que nos sintamos tranquilos? ¿nos venden los smartphones haciendo alusión a estos valores como slogans de marketing para que elijamos aquellos con los que nos sintamos más identificados? Valores…capacidad de crítica y reflexión…¿las bases de una buen sistema educativo? La pandemia nos ha dejado claro que hoy en día cada individuo tiene un “poder” de decisión con un enorme impacto en su entorno (es casi una “decisión personal” el poder contagiar a otra persona un virus potencialmente mortal) además de la responsabilidad de acatar el cumplimiento de las normativas que de manera continua se están legislando para tratar de luchar de manera efectiva contra la pandemia. Estamos por lo tanto viviendo una era en la que el “libre albedrío” reside de verdad en cada individuo y además tiene una trascendencia inédita en el ámbito local, nacional y potencialmente “mundial”, dada la conectividad y movilidad existente en el mundo actual. Por lo tanto, la educación y valores de cada individuo son hoy en día de vital importancia para afrontar situaciones como la que vivimos actualmente.
La tecnología está destinada a ser una de las variables de la solución para permitir que sociedades que aspiren a mantener su diversidad puedan evolucionar manteniendo sus diferencias; la esencia de su verdadera riqueza.
Fuente: https://www.lawyerpress.com